jueves, 31 de mayo de 2012

La Uña Enterrada

Este post tiene origen en un intercambio de tweets con Raxxie. Ella se quejaba de una uña enterrada, que como quienes las padecemos sabemos, duele al estar enterrada, duele más su extracción, aunque trae calma. Pero la muy desgraciada vuelve, una y otra vez, y sus víctimas olvidamos tomar acciones preventivas, y lo recordamos cuando ya es tarde. Yo sostengo las personas que sufrimos ese mal formamos parte del frágil equilibrio del universo, si las limaramos o cortaramos antes de que se encarnaran podríamos desatar la implosión de la galaxia. Raxxie proponía la amputación del dedo afectado y así causar una hecatombe menor, sólo a nivel planetario, pero dicen que si haces eso desarrollas el sindrome del miembro amputado fantasma y sientes que la uña enterrada sigue ahí, por el resto de tu vida.

Discutiéndolo con el buen Cuasimodo llegamos a las siguientes conclusiones adicionales:

  1. La uña enterrada es esa ex-novia/querida/prospecto/algo que borraste de tus agendas, físicas y digitales; la desamigaste del feisbuc; eliminaste del messenger; borraste sus direcciones de correo y sus correos y un largo etcetera. Pero un día, cuando ya no pasa por tu mente, aparece un mail suyo (claro, no puedes borrar tus direcciones de su cuenta de correo) no esperabas alguna comunicación después de tanto tiempo, respiras  al ver el título del correo "I figured I should share the wealth", simplemente le hackearon el mail. A la basura y marcado como spam.
  2. La uña enterrada es ese primo que tienes años de no ver y un día te llama al celular, que no recuerdas haberle dado, alegre y amable pregunta por tí, tu familia, si ya te casaste, el famoso ¿y en donde andas?, acto seguido, procede a informarte que se dedica a vender seguros e inicia el, sguramente, ensayado monólogo sobre la importancia de protegerte de eventualidades. El fino arte de querer darte un sablazo en nombre de ¡¡Ahhh la familia!!! Acto seguido lo agregas a la lista de "no contestar".
  3. La uña enterrada es, finalmente, esa llamada que se repite a las 8, 9 y 10 de la mañana de domingo, de tres ejecutivos de cuenta distintos de Banamex, con la noble misión de venderte un "servicio", si uno lo confunde con un seguro se indignan, consistente en pagarte $500 pesos diraios durante un máximo de  6 meses en caso de enfermedad, cirugía u otro similar; también incluye un pago de $250,000 en caso de pérdida de un miembro, sea por accidente, negligencia u acto fallido de magia, sin preguntas. Es especialmente simpática la señorita que ante tu negativa inicial te recuerda que vives en una sucursal de Afganistan, que la delincuencia brota en cada esquina como los baches y que no vaya siendo te toque una bala perdida o que te secuestren y te corten un dedo (cualquiera menos ese donde se te entierra la uña), porque el maravilloso "servicio" te paga la pérdida o a tu familia, con o cual te conviertes en ganancia. Que forma de joderle a uno la mañana de domingo. Pues ya, una vez que se libra uno de ello jura que no vuelve a contestar una llamada "privada".
Todo eso hacemos ante ex-algos, familiares infumables y ejecutivos bancarios, pero no conozco a nadie que haga algo para evitar que esa maldita uña le vuelva a romper el paso, sangrarle el dedo y dejarle un dolor después de su exhumación. Eso si, tampoco falta el que no aprende y sigue recibiendo mails y llamadas ad infinitum, esos son masoquistas.

Y como es costumbre, el soundtrack de estos días, El Chojin-Apagado o Fuera de Cobertura.