martes, 17 de marzo de 2009

Una de más

Aunque han pasado algunos días del incidente, hoy quiero referirme a una situación que se dió el jueves pasado en la avenida Insurgentes de esta ciudad.

Un jóven de 22 años salió de un bar completamente ebrio rumbo a su casa, sin embargo en su camino se topó con un puesto de control del alcoholimetro. En ese momento su peor escenario posible eran 48 horas en “el torito”, una multa, sacar su auto del depósito, una cruda monumental y la obvia cagotiza de sus padres. Sin embargo “algo” lo hizo tratar de evadir el punto de revisión cuando un agente de tránsito le marcaba el alto, decidió embestir al policia, meterse en el carril confinado del metrobus a unos 100 km/h llevando al mencionado policia agarrado del cofre a lo largo de 4 o 5 cuadras, y al perder el control estrellarse contra una estatua de juan pablo II, causando la muerte del oficial. Su peor escenario posible acababa de cambiar, ahora serán de 8 a 20 años en el reclusorio, homicidio agravado con dolo eventual.

No voy a caer en discursos moralistas pendejos, todos nos hemos echado esa copa adicional, la caminera, la última ronda, el punto es ¿dondé estaban los amigos de este cuate?, los de verdad quiero decir, esos que te dicen “si quieres yo manejo”, “mejor llamamos a un taxi”, “dame las llaves pendejo” o “¿llamamos a alguien para que venga por ti?” ; afortunadamente yo he tenido cerca en esos momentos a grandes amigos que lo han hecho por mi, y en consecuencia mi siempre comprensivo padre me fue a recoger en esas vergonzosas condiciones.

La otra parte, ¿realmente es tan complicado dejar de beber sabiendo la responsabilidad que implica traer un auto?, ¿el “temor” a 48 horas en los separos destinados a los ebrios de la ciudad justifican tratar de eludir a la autoridad?, 22 años de ser “buen hijo y estudiante”, como dice una amiga que lo conoce, ¿cuentan para aminorar su sentencia?

Esté será un nuevo argumento para instalar más puestos de control contra el alcohol, de acuerdo, pero también sirve para que las autoridades justifiquen medidas como el cierre a las 3 de la mañana a más tardar de bares, antros y centros nocturnos. Hace años la delincuencia empezó a mermar la vida nocturna de este país, medio se recuperó, pero ahora somos los propios ciudadanos quienes nos cerramos las puertas, insisto no es moralina, sino responsabilidad, total el que se mata en la soledad de su auto, adelante, pero llevarse a alguien en el camino y además sobrevivir debe dejar la peor cruda de la vida.


Las próximas semanas muchos lo pensaremos con más tiento y calma de ahora en adelante antes de bebernos el siguiente whiskey/chela/cuba/etc, al menos mientras tengamos presente este hecho, y muchos más seguirán diciendo “yo si puedo manejar perfectamente aunque esté bien pedo” o “eso a mi no me va a pasar”.